domingo, 16 de enero de 2011

Diálogo 1.6.2


De hecho, podemos jugar con la dualidad sin tener que creérnosla, y así es como la vida vuelve a resultar deliciosa: verlo todo como un juego cósmico, como una representación teatral. No negar la dualidad sino abrazarla. El nirvana es samsara. Esta vida cotidiana es la iluminación, es el reino de los cielos. Eso era lo que nos estaba diciendo Jesús y también Buda, igual que todos los santos y sabios.

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